¿Alguna vez te has preguntado por qué los cuerpos obesos queman menos calorías o por qué con frecuencia la dieta lleva a un estancamiento en la pérdida de peso? En ambos casos, el cuerpo está tratando de defender su peso regulando el gasto de energía; pero hasta ahora se desconocía cómo sucedía.
Cita de Alan Saltiel: “Los cuerpos humanos son muy eficientes en el almacenamiento de energía cuando se reprime el gasto de energía para conservarla para más adelante cuando se necesite”, explica el científico Alan Saltiel, director del Instituto de Metabolismo de la Universidad de California en San Diego, Estados Unidos. “Esta es la manera que tiene la naturaleza de garantizar que sobrevivas si llega una hambruna”, añade.
En una publicación en la edición de este jueves de la revista ‘Cell’, investigadores de la Universidad de California en San Diego, Estados Unidos, han identificado la enzima TANK-binding kinase 1 (TBK1) como un actor clave en el control del gasto de energía, o las calorías quemadas, durante la obesidad y el ayuno.
Un circuito de retroalimentación que bloquea el gasto de energía.
Este circuito de retroalimentación bloquea el gasto de energía a través de la inflamación y el ayuno –subraya Saltiel–. El gasto de energía se restauró cuando eliminamos TBK1 de ratones con células grasas. Pero ocurrió algo más que nos sorprendió: hubo un aumento de la inflamación.
TBK1 está involucrado en un segundo ciclo de retroalimentación: mientras que NKFB induce TBK1, TBK1 da la vuelta e inhibe NKFB. La activación de TBK1 normalmente reduce la inflamación, sin eliminarla por completo, lo que hace que sea de bajo grado. Sin TBK1, la inflamación aumenta. La eliminación de TBK1 en ratones obesos resultó en pérdida de peso e incremento de la inflamación, pero en ratones de peso normal no hubo cambios. Esto también explica cómo la restricción de calorías puede reducir la inflamación.
Un posible inhibidor de TBK1 se llama amlexanox, un fármaco antiinflamatorio y antialérgico utilizado para tratar el asma que se desarrolló en la década de 1980 en Japón. En un artículo publicado en ‘Cell Metabolism’ el año pasado, Saltiel y su equipo informaron de una reducción clínicamente significativa en la glucosa sanguínea durante un ensayo clínico aleatorizado, doble ciego, controlado con placebo de un subconjunto de pacientes con diabetes tipo 2 que usaron amlexanox durante 12 semanas.
En un trabajo previo, Saltiel y sus colegas informaron que cuando se induce TBK1 en ratones obesos causaba una caída en el gasto de energía o una reducción en las calorías quemadas. Darle amlexanox a roedores obesos les hizo perder peso, mientras que su sensibilidad a la insulina aumentó, mejorando su diabetes y la enfermedad del hígado graso. El documento actual revela por qué amlexanox puede haber sido eficaz.
“Puede ser que si modificamos esta vía volveremos a acelerar el metabolismo para mejorar el gasto de energía –plantea Saltiel–. Creo que probablemente aún haya que hacer ambas cosas: reducir la ingesta de energía a través de la dieta y aumentar el gasto energético al bloquear esta reducción compensatoria en la quema de calorías. Sabemos que las dietas por sí solas no funcionan y ésta es la razón”.